El voguing lo tenía todo para convertirse en un fenómeno mundial, y fue (cómo no) Madonna la que lo consiguió.
“Lo que a mí me gustaría es que el vogueing fuera una disciplina más, como el flamenco o el ballet. Que los blanquitos encorbatados se sentaran en el Lincoln Center y pagaran su entrada para verlo“. Eso es lo que, no hace mucho tiempo, decía José Gutierrez en una entrevista tras su aparición en el vídeo All Night de Icona Pop en 2013; una versión ultra estilizada y ultraproducida de una voguing ball del Harlem de los 80.
Si en 2013 un grupo pop como las Icona tomó los balls como idea para el videoclip de una canción pop/dance fue, precisamente, porque en 1990 Madonna cogió lo que más le gustaba de esa cultura y parió VOGUE.
Siendo Madonna como es, que cada vez que se aburre cambia su biografía, es complicado saber las circunstancias exactas en las que se gestó la canción. Pero la historia fue más o menos así. A finales de los 80 tanto Madonna como un ejecutivo de Warner (su discográfica) estaban encantados con los remixes que Shep Pettibone había hecho con canciones anteriores de la artista. Ese ejecutivo, Craig Kostich, contactó con Pettibone y le propuse colaborar con Madonna en su próxima canción.
Pettibone recibió 5000 dólares para componer la música y dos semanas después se la envió a Madonna, que estaba trabajando en la banda sonora de Dick Tracy. Pero además de eso Madonna había seguido viviendo a tope la noche neoyorkina y una noche en el Sound Factory Bar se quedó embobada viendo a dos chicos bailar. Esos chicos eran José Gutierrez y Luis Camacho; también conocidos como José Gutierrez Xtravaganza y Luis Camacho Xtravaganza. Ambos eran miembros de una de las casas latinas que competían en las voguing balls y ambos invitaron a Madonna a conocer ese mundo -hasta la fecha marginal incluso dentro de la propia comunidad LGTB de la época-. Y si Jennie Livingston no pudo resistirse y tuvo que grabar el documental Paris is Burning, Madonna no pudo evitarlo y plasmó sobre la música de Pettibone lo que había aprendido y vivido en las balls. Según contó el productor, la cantante fue tan eficiente que grabó casi toda la canción en una sola toma, metida en una cabina de sonido que había sido un armario de un sótano de Nueva York. La leyenda cuenta que a Madonna se le ocurrió lo de recitar nombres de grandes estrellas del cine mientras viajaba en un avión, la Wikipedia (¡ja!) dice que la idea fue de Pettibone.
Tres semanas después de proponer la idea, VOGUE (que así la tituló Madonna), estaba sobre la mesa de Kostich. A todo el mundo en Warner le pareció tan buena (recuerda, nueve meses antes Deep In Vogue lo había petado en Reino Unido y Estados Unidos) que pasó de ser una cara-B de Keep It Together a ser single. Y aunque no tenía nada que ver con Dick Tracy, la metieron en el disco de la banda sonora (con algunos cambios en la letra, porque al fin y al cabo Dick Tracy era una película de Disney).
Lanzada en enero de 1990, el éxito de la canción fue instantáneo; pero no llegó a explotar del todo hasta un par de meses después cuando se lanzó el videoclip. Y qué videoclip. Pero al éxito de VOGUE contribuyó muchísimo la buenísima relación que Madonna tenía con la cadena MTV y la buenísima relación que MTV tenía con el que sería el director del vídeo: David Fincher.
¿Te acuerdas de lo que supuso el videoclip de Bad Romance para Youtube hace no muchos años? Pues algo parecido fue lo que ocurrió con Vogue, Madonna, la MTV, Fincher y los videoclips en general. Todos los astros parecieron alinearse y no solo nos regalaron una obra cumbre de la historia del pop sino que llegaron a ser número 1 en ventas en 30 países, vendiendo más de 2 millones de copias en 1 año.
Para el videoclip Madonna tuvo claro que quería seguir contando con Jose y Luis Xtravaganza, además de con Willi Ninja, del que se hizo amiga durante sus ratos de ball.
El resto de los bailarines del clip surgieron de una audición a más de 500 personas en Los Ángeles y esos mismos bailarines fueron los que más tarde Madonna se llevaría por todo el mundo en la que probablemente sea su gira más icónica: The Blond Ambition Tour. (Hay un documental maravilloso por ahí sobre esa gira y esos bailarines, Strike a Pose, que no te puedes perder).
Para el videoclip (el primero de Madonna sin su realizadora habitual, Mary Lambert) Fincher optó por echar la vista atrás a la edad dorada de Hollywood (ya que las estrellas estaban en la canción, era una idea lógica) y rodó todo en blanco y negro y lo iluminó como si fuera una obra de cine clásico. Fincher y Madonna contaron con el trabajo de la artista art-deco Tamara de Lempicka y recrearon en vídeo imágenes míticas como grandes retratos de estrellas de Hollywood o fotografías de Horst P. Horst (al que no le sentó nada bien el homenaje, por cierto).
Como ya era habitual en la época, la imagen de Madonna también causó revuelo. Ya en la época del Like a Virgin la Ciccone se dio cuenta de que su imagen era tan importante como su música, así que nadie pudo evitar (que se atrevieran) a quitarle la (ahora mítica) blusa semitransparente.
El resto, como se suele decir, es historia. VOGUE sigue siendo a día de hoy una de las canciones más conocidas de Madonna y, probablemente, una de las más escuchadas de la historia. Madonna ha seguido interpretándola y reinterpretándola en sus giras y algunas de las actuaciones más icónicas de su carrera fueron con esa canción. Como por ejemplo el auténtico festival que supuso su actuación en los MTV Awards de 1990:
Pero VOGUE no fue solo uno de los mayores éxitos de Madonna, también fue el origen de una de sus mayores polémicas: las acusaciones de apropiación cultural. Si a RuPaul (que estaba ahí y es un hombre gay negro) le acusan de apropiarse de la cultura de los balls para su programa, imagínate lo que se ha dicho de Madonna (que ni es gay ni es negra ni es hombre).
Terre Thaemlitz (también conocido como DJ Sprinkles y un veterano de las voguing balls) declaró hace años que cuando la Ciccone sacó la canción supo que todo había acabado: “Cogió un fenómeno queer, transgénero, latino y afroamericano muy específico y borró totalmente ese contexto con sus letras. ‘No hay diferencia si eres blanco o negro, si eres un chico o una chica’. Madonna estaba ganando toneladas de dinero mientras la Reina que le enseñó a bailar vogue se sentaba delante de mí en el club, colocada, deprimida y sin un duro.“
Pero aunque podemos decir que RuPaul formaba parte de los balls mientras Madonna solo estaba de paso, y aunque lo de RuPaul sea más mantenerse fiel al concepto con el que creció dentro de la comunidad gay que apropiarse de él con fines comerciales (como podríamos decir que hizo Madonna); no se puede negar que Madonna ha devuelto con creces el favor tanto a la comunidad de las balls como a la comunidad LGTB+. Sí, Madonna cogió lo que para muchos era tanto una forma de expresión artística como un discurso político; le quitó la parte reivindicativa (ojo, al voguing, no a las balls) y se quedó con lo fácilmente exportable al mainstream para forrarse.
Aún así la propia comunidad de los balls vive la situación con el corazón partido. Luna Khan (anteriormente Luna Xtravaganza) explicaba que “ella tiene 800 millones de dólares ¿y qué hizo por nosotros? Seguimos viviendo en nuestras casas enanas en Nueva York“, pero a la vez se emociona al pensar en la canción: “Era una canción sobre nosotros. En la letra expresaba lo que era el voguing. Venir al club, olvidar los problemas y sentirse en la pista de baile como alguien fabuloso, como una estrella. Realmente captó la esencia.”
El voguing estaba llamado a ser un fenómeno global, tanto por su espectacularidad como por su significado dentro de la comunidad LGTB+. Y no es la primera vez que la comunidad LGTB+ ve cómo sus referentes, sus expresiones o su forma de entender la vida se vuelven mainstreams cuando menos se lo esperan.
Si no hubiera sido Madonna habría sido cualquier otra estrella la que acabara llevando el Vogue por todo el planeta; y es precisamente gracias a Madonna que hoy en día en cualquier ciudad del mundo se pueden encontrar escuelas que enseñan vogue y compiten en campeonatos; a la vez que transmiten los valores de respeto, superación y apoyo a la comunidad que van intrínsecos en los balls (por mucho que hayan cambiado estilísticamente en los últimos años).
No es más apropiación cultural que Madonna sacara ese single como que un grupo de amigas cis-heterosexuales aprendan los movimientos y hagan coreografías; porque además Madonna nunca ocultó su inspiración y hasta trabajó con miembros de la comunidad para llevar el VOGUE al lugar que se merecía.