¿Qué pasa cuando se juntan unos treinta osazos y se van de calçotada? Los de la POPair estuvimos allá… Y te lo explicamos con pelos y señales. Sobre todo con pelos.
Madrid tiene “el oso y el madroño”… Así que, como en Barcelona no podemos ni queremos ser menos, hace ya muchas temporadas que tenemos nuestra propia versión: “el oso y el calçot“. Bueno, más bien “los osos y los calçots“, porque somos muchos osos y calçots tienen que ser muchos también para que mantengamos las curvas.
La calçotada anual de osazos (y amigos) en Barcelona es una tradición muy de Señores Bien en la que siempre está involucrado nuestro very own Marc Osset. Así que, este año, desde la POPair nos dijimos: ¿y lo fetén que sería meter a todos los osazos en un mismo bus y marcarnos una excursión como las que hacíamos cuando éramos críos pero en versión peluda y robusta?
Así lo hicimos: nosotros pusimos el bus, y casi treinta amigos pusieron el buen rollo durante el viaje de ida y vuelta (bueno, de la vuelta no nos acordamos demasiado, ejem, pero aquí correremos un tupido velo).
Un viaje, por cierto, que siempre recordaremos porque muchos de los pasajeros (y pasajeras) de los coches que circulaban a nuestro lado ponían la cara de Ricky Martin en el armario durante todo el tinglado del perro y la mermelada y la dueña cachonda. Ya sabes: cara de no me puedo creer que esté en directo en “¡Sorpresa, sorpresa!”. Y si esto fue tremendo, más tremendo todavía fue llegar al restaurante en el que se iba a celebrar la calçotada y dejar que empezaran a correr los porrones de vino, las copas de vermut, las cervezas… y los calçots, claro.
Mucho cancaneo al solecito de un domingo de febrero, muchas risas, mucho roce, poco guiri pero mucho gay. Y, al final, también unos buenos platos de carnaza y otros manjares diversos antes de coger el bus de vuelta con la panza bien llena y ver cómo el domingo se nos iba de las manos: empezamos visitando el Bacon Bear Bar y acabamos ¡de after!
Y hasta aquí podemos leer.
Aun así, desde la POPair, y aprovechando que nuestros Torres Ibarzo llevaban su mejor cámara, hemos querido dejar bien clarito qué es lo que convierte una calçotada cualquiera en algo totalmente mítico. A continuación van las tres partes de una calçotada bear pluscuamperfecta…
1. EL OSO
Es evidente, ¿no? Sin osos no hay Paraíso, y por eso mismo Torres Ibarzo se marcaron una sesionaza de fotos en las que todos los asistentes mostraran su mejor cara (y sus mejores cuerpazos).
2. EL PORRÓN
¿Qué mejor forma de conseguir que los osazos se suelten y muestren su lado más erótico-festivo que arrimándoles a un buen porrón? Ojito: lo del porrón es un arte que no está al alcance de cualquiera y que, aunque no se vea en las fotos, provocó una buena ración de manchas de vino. Pero, oye, ¿no son las mejores fiestas las que acaban con más manchas?
3. EL CALÇOT
Y aquí llega la estrella de esta función… Un maravilloso símbolo fálico cuyo ritual (ya sabes: mojar la puntita, chuperretear, tragar a lo garganta profunda) es más profundamente sexual que ese Tumblr que siempre visitas en modo “incognito” para no dejar rastro.