10 cosas sobre PARIS IS BURNING que tal vez no sabías

10 Curiosidades Sobre Paris Is Burning

La POPAIR strike a pose! y vamos a homenajear a la cultura de las voguing balls hablando sobre PARIS IS BURNING, el documental que lo empezó todo.

Category is… VOGUING BALLS! Ya sabéis que en la próxima POPAIR (que es el jueves 11 de octubre en la Sala Tango de Barcelona, estáis todos invitados) rendiremos homenaje al mundo de las voguing balls. No hace falta que te expliquemos lo que son, porque absolutamente todo el mundo conoce el VOGUE. Pero para hacer un homenaje como Dior manda a ese momento tan especial (y esencial) de la cultura gay hay que fijarse en el documental que (en cierta manera) lo empezó todo: PARIS IS BURNING.

Decir que PARIS IS BURNING es, probablemente, la obra artística más influyente en la cultura gay de todos los tiempos puede sonarte a exageración, pero en realidad es algo innegable. El legado de todas y cada una de las protagonistas del documental y todo lo que se muestra en él sigue hoy tan vigente como hace 20 años. Y no es una moda pasajera, es que se ha vuelto mainstream. Raro es no escuchar en una conversación (entre gais o con un millenial de por medio) en la que no se escuchen expresiones como “shade”, “shantay you stay” o “realness”; y estamos viviendo muchos cambios sociales que son la realización de los sueños de esas reinas que la directora del documental, Jennie Livingston, capturó con tanto cariño.

​Como PARIS IS BURNING habla por si solo (si lo has visto sabes de qué hablamos y si no lo has visto seguramente ya lo estás buscando en Netflix para verlo cuando acabes de leer) hemos decidido contarte 10 cosas que tal vez no sabías sobre el documental y que, esperamos, te van a sorprender.

1.- Es (más o menos) el germen de Rupaul’s Drag Race

Rupaul junto a Willie Ninja

Te decíamos antes que hoy en día es raro que en una conversación no aparezcan palabras como “shade” o “sashay away”. Que se han oído hasta en la Academia de Operación Triunfo.  Gran parte de la culpa la tiene RuPaul’s Drag Race, no solo porque el programa es una gran voguing ball en la que podemos ver las bambalinas, si no también porque RuPaul lleva usando esas expresiones desde hace décadas y las ha integrado en su discurso. Como RuPaul se acaba de volver mainstream muchos tienen la sensación de que se está apropiando de la cultura voguing… pero cariños, ¡es que RuPaul ya estaba ahí!

Así que no, no se ha apropiado de nada ni está explotando nada que no sea suyo. Es fácil escuchar que el Drag Race y RuPaul roban cosas del documental; pero es que el documental refleja lo que ella estaba viviendo durante esos años.

2.- La directora descubrió las “balls” mientras daba un paseo

La directora, Jennie Livingston

Corría 1983 cuando Jennie Livinsgton, que estudiaba cine en la New York University, paseaba tranquilamente por el parque de Washington Square y se encontró a un grupo de chavales gais que bailaban vogue. En ese momento ella no entendía lo que estaba pasando (imagínate lo que es encontrarte a alguien haciendo voguing en la calle sin saber qué es el voguing ¡porque aún no existe!). Cuando les escuchó hablar se dio cuenta de que no entendía nada de lo que decían (estaban hablando de las “categories” del próximo “ball”).

Vas por la calle y te encuentras esto. ¿Qué haces?

Cuando se lo explicaron se le encendió la bombilla y pensó que ahí había una buena historia para un trabajo de la universidad. Así fue como Jennie empezó a ir a los “balls”, conoció a Venus Xtravaganza y a Willie Ninja, se empapó de lo que veía y comenzó a grabar entrevistas y a hacer fotos. Pero las fotos se quedaban cortas, así que consiguió 250.000 dólares (más tarde tuvo que conseguir 150.000 más para pagar los derechos de la música que sonaba en las balls) y empezó a rodar.

El resto es historia. (Literalmente, es historia, ya lo verás).

3.- Los ultracatólicos casi dejan al proyecto sin financiación

Si a veces enciendes la tele y al ver las noticias te dan ganas no de apagarla si no de saltar por la ventana, que sepas que en los 80 la cosa tampoco estaba mucho mejor (¿alguna vez lo está?). 

Una de las fuentes de financiación con las que Livingston empezó a trabajar era la National Endowment for the Arts, una organización gubernamental que financiaba proyectos artísticos. En 1981 Ronald Reagan intentó cargárselo pero le salió el tiro por la culata y la NEA salió reforzada y para 1989 ya tenía el mayor presupuesto de su historia… y también el mayor escándalo. La American Family Association (el Hazte Oír yanqui, aún siguen dando por saco actualmente) protestó por una muestra fotográfica de Andrés Serrano, financiada por la NEA, en la que se veía un crucifijo dentro de un bote de orina. Y por si eso fuera poco, llegaron las obras de Robert Mapplethorpe

Mientras los políticos se tiraban los trastos a la cabeza Livingston vio que se podía quedar sin financiación (imagínate si la prensa se entera que se dedican impuestos a un documental sobre hombres gais negros) así que durante mucho tiempo ocultó a todo el mundo (salvo a su círculo más cercano) sobre qué trataba el documental.

RECREACIÓN: Livingston esquivando la censura

4.- Fue un éxito de taquilla… hasta que desapareció

Con un presupuesto de casi medio millón de dólares (un pastizal considerable para un documental de una directora novel) Paris is Burning se estrenó en 23 cines y en su primer fin de semana (del 9 al 11 de agosto de 1991, la película más taquillera era Hot Shots!) recaudó 310.000 dólares. Recuperar más de la mitad del presupuesto en un fin de semana pintaba genial, pero al siguiente fin de semana la película desapareció y pasó a circular únicamente en circuitos muy underground.

Durante los 90 era casi imposible ver el documental fuera de Estados Unidos (y dentro tampoco era mucho más fácil). En los 2000 con la llegada de internet y de Youtube alguien decidió subirlo y salvar el mundo. El auge de la cultura del voguing en los últimos años ha hecho que el documental llegue a Netflix y se reestrene y proyecte por todo el mundo. En total ya lleva recaudados unos 3.000.000 de dólares.

​Ni tan mal.

5.- Acusaron a la directora de apropiación cultural

Durante todos estos años a Livingston se le ha criticado duramente por lo que algunos consideran la apropiación de la cultura gay negra para empaquetarla y venderla en un documental. Por si no te has fijado en la foto de arriba, Jennie es una mujer blanca y lesbiana (eso no se ve en la foto, pero lo es).

La propia directora respondió a esas críticas: “Creo que eso es en parte porque cuando una mujer queer hace algo se supone que debemos tener unos estándares más altos que Martin Scorsese o Michael Moore. Cuando hice el documental lo hice en contra de todo un establishment de personas que no querían a una mujer haciendo una película, no querían ver imágenes queer y no querían darte el dinero; lo cual sigue siendo un problema para los y las cineastas mujeres y queer.

Pues algo de razón tiene.

6.- De él salió un hit de los 90 (y no es el de Madonna)

Una cosa es que PARIS IS BURNING haya influido en decenas de canciones y se le referencie (al documental y a los protagonistas) en otras tantas. Pero solo hay una canción que surgió literalmente del propio documental. Sí, Madonna grabó el Vogue con bailarines sacados de un ball… Pero durante la producción del documental Livingston conoció al artista británico Malcolm McLaren que estaba obsesionado con el vogue.

​En 1989 McLaren se llevó a Livingston y Willie Ninja a Londres para que él grabara un vídeo que dirigiría ella sobre la nueva canción del británico. Jennie le dio a McLaren una cinta VHS con material de la película y McLaren se la entregó a sus colaboradores para que samplearan trozos de audio e hicieran un remix. Los colaboradores eran Mark Moore y William Orbit, el remix le gustó tanto a McLaren que lo publicó como single en lugar de la canción original, el vídeo fue un hit y la canción llevó el voguing a lo más alto de las listas de éxitos de Reino Unido y Estados Unidos… nueve meses antes de que Madonna estrenara el Vogue.

​¿La canción? Pues ésta:

7.- Varias de las protagonistas demandaron a Livingston y a los productores

En 1991, cuando se estrenó la película, varias de las protagonistas que aparecían en el documental demandaron a la Jennie Livingston y a los productores exigiendo una parte de los beneficios. Porque, básicamente, no habían cobrado nada. Paris DuPree fue la que más arriba se vino: exigía 40 millones de dólares como compensación por haber usado imágenes de su “ball” sin su permiso.

Los productores explicaron que siempre habían pensado repartir los beneficios entre todos los que aparecían en el documental, pero que para eso primero tenía que haber beneficios. Firmaron un acuerdo con los abogados de todos los demandantes, básicamente porque les dieron 55.000 dólares (a repartir) y porque la mayoría no podía seguir pagando un abogado.

Livingston ha explicado en multitud de ocasiones que tanto su intención como la de los directores siempre fue repartir esos beneficios y que las protagonistas principales acabaron cobrando bastante más de lo que les habrían pagado en una película independiente. Livingston además ha lamentado siempre que gran parte de ese dinero se fuera a pagar a los abogados porque decidieron ir a juicio.

8.- Casi lo convierten en serie musical

Hace unos años el director y guionista Lee Daniels (creador de Empire) confesó en una entrevista que había escrito una versión musical en formato serie de Paris is Burning para la cadena Showtime. Pero nunca se llegó a hacer. Lo explicó en una entrevista en V Magazine: “No sabía qué quería hacer en TV, pero en mí vivía un musical. Y entonces escribí algo para Showtime, una versión musical de Paris Is Burning… Lo escribí y nunca… nunca… era muy profundo, cariño. Era demasiado para los niños, cariño. ¡Era demasiado! Era fabuloso.” Eso no le quitó las ganas de hacer televisión y cuando le propusieron hacer una película sobre Empire él dijo que no, que quería triunfar en la tele y sería una serie.

Curiosamente, unos años después ha sido Ryan Murphy el que en cierta manera ha convertido Paris is Burning en una serie con POSE (la imagen de la POPAIR de octubre). Pero de eso hablaremos en otro momento…

9.- A las feministas no les gustó demasiado

Aunque desde su estreno la crítica siempre ha puesto a PARIS IS BURNING por las nubes, hay un sector del feminismo al que no le hizo (ni le hace) ninguna gracia. La escritoria Bell Hooks lo puso a parir diciendo que el documental glorificaba la sexualidad femenina de las mujeres blancas; además de considerar que el drag es algo profundamente misógino que además no tenía significancia política, artística o social.

Es bastante evidente que el tiempo le ha llevado la contraria, pero por si no le quedó claro la también escritora feminista Judith Butler acusó a Hooks de ser un poquito homófoba: “El problema con el análisis de que el drag es pura misoginia es, evidentemente, que da por hecho que la transexualidad de hombre a mujer, el travestismo y el drag son actividades de varones homosexuales -cuando no siempre es así- y además diagnostica que la homosexualidad masculina tiene su origen en la misoginia.

Que sí, que esto es el blog de una fiesta; pero no te va a hacer daño aprender cosas aunque solo sea para tener tema de conversación durante la POPair STRIKE A POSE.

10.- Forma parte del Archivo Nacional de la Biblioteca del Congreso de EE.UU.

Hace un par de años el gobierno de Estados Unidos (con Obama al frente) decidió incluir el documental en la Biblioteca del Congreso para preservarlo (junto a otras 700 obras -más o menos-) por su enorme significado “cultural, histórico o estético“. Se valoró que en el documental fueran los participantes los que hablaban sobre la riqueza, la belleza, el racismo y la orientación de género. Que venga la feminista de antes a decir que no había nada en los balls salvo misoginia. ¡JA!

Lo que no tiene Paris is Burning es un Oscar, pero casi mejor. El simple hecho de que uno de los documentales más aclamados del año no estuviera ni nominado provocó que la Academia tuviera que modificar la forma en que se seleccionaban los candidatos porque se les notaba la homofobia y el machismo por un tubo.

Los premios que sí tuvo son muchos y muy importantes, como el Teddy a Mejor Documental del Festival de Berlín, el Gran Premio del Jurado del Festival de Sundance, el GLAAD Media Award a mejor documental y el de mejor documental según la Asociación Nacional de Críticos.

​No, en serio. ¿Dónde está la feminista de antes?

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